Ante la contaminación, ahora el aire puro se vende enlatado
Entre contaminación, privilegios y una pizca de locura, en China ahora el lujo se mide en bocanadas

Aire puro en lata / Internet
¿Te imaginas pagar por una bocanada de aire limpio? En pleno 2025, parece que la ciencia ficción ya no está tan lejos de la realidad. Mientras la contaminación del aire se dispara, sobre todo en grandes urbes como Beijing, también crecen las ideas que parecen sacadas de un episodio de Black Mirror: como vender aire fresco, embotellado, directo desde las montañas.
Y no, no es broma. Una empresa canadiense encontró en esta crisis ambiental una oportunidad de oro. ¿Su producto estrella? Latas con aire puro de las Montañas Rocosas, recolectado bajo técnicas de compresión y listo para inhalar en cualquier momento... por un precio que va desde los 10 hasta los 60 dólares. El formato más popular: una lata de 3 litros que rinde hasta 80 inhalaciones por la módica cantidad de 19 dólares.
Este aire importado no tiene aromas, ni colores, ni efectos especiales. Pero en una ciudad con niveles de contaminación ambiental extremos, donde el esmog cubre los rascacielos y las mascarillas ya forman parte del outfit diario, respirar sin miedo se ha convertido en un privilegio. Por eso, las principales compradoras son mujeres con alto poder adquisitivo y, curiosamente, algunos clubes nocturnos, donde las bocanadas de aire limpio se han vuelto una especie de experiencia VIP.
La cosa no termina ahí. Hace unos años, un filántropo chino vendió 80 millones de latas de aire en solo tres días, no por negocio, sino como protesta para exigir que se pusiera freno a los efectos devastadores de la industrialización descontrolada. Hoy, esa protesta parece haberse convertido en una tendencia de lujo. Y lo más irónico es que muchos de los que ahora compran aire, también pertenecen a los sectores que más han contribuido a deteriorar el que ya teníamos gratis.
Aunque estas iniciativas no solucionan el verdadero problema, que pasa por transformar el sistema energético y exigir políticas ambientales reales, sí dejan un mensaje potente: la indiferencia nos está saliendo carísima. Y si seguimos así, quizás algún día el aire limpio sea solo otro producto de importación más... como el agua embotellada o los recuerdos de un cielo azul.