¿Mucho discurso y sin poner el ejemplo? ¿Farid Dieck se habría traicionado a sí mismo por tener una relación con Jessica Fernández?
Lo que se dice en los podcasts… ¡no siempre queda en los podcasts! Viejas declaraciones reavivan críticas al influencer del amor propio

Farid Dieck y Jessica Fernández / Instagram
Esta vez quien está en el centro del debate es nada más y nada menos que Farid Dieck, el creador de contenido sobre salud mental que ha enamorado a millones con sus discursos de introspección y amor propio, pero que ahora está siendo cuestionado por… ¿no practicar lo que predica?
Todo comenzó cuando un clip de un podcast grabado hace dos años volvió a circular en redes sociales. En él, Farid confiesa cómo “insistió” en conquistar a Jessica Fernández, su ex, y cuenta que ella solo mostró interés después de que él se volvió famoso.
“Siempre me dejaba en visto. Tuve éxito en redes sociales y comencé a parecerle más atractivo”.
Y claro, las redes no perdonan: muchos usuarios lo tacharon de incongruente con los valores que predica en sus videos, especialmente en temas de autoestima, relaciones sanas y dignidad emocional.
Por si fuera poco, también salió a relucir otro video viejito, del canal de Moris Dieck (hermano de Farid), titulado “Quiz de finanzas en pareja”, donde ambos participaron. Durante la dinámica, hubo respuestas y actitudes que varios interpretaron como tensas, desequilibradas o hasta incómodas, encendiendo más el debate sobre la autenticidad del mensaje que ambos compartían en redes.
¿Predicar desde la perfección?
Aunque ni Farid Dieck ni Jessica Fernández han hablado públicamente del tema, algunos fans salieron a defenderlo diciendo que todas las relaciones tienen altos y bajos, y que eso no le quita valor a su contenido sobre bienestar emocional.
Pero bueno, en una era donde los influencers son vistos casi como gurús, la congruencia pesa. ¿Es justo exigirle perfección a alguien que habla de crecimiento personal? ¿O estamos olvidando que la salud mental también incluye aceptar nuestros errores?
Lo cierto es que esta polémica nos deja una buena pregunta al aire: ¿hasta qué punto somos responsables de vivir todo lo que predicamos en redes?